lunes, 14 de mayo de 2012

Evolución madrileña.

  Aunque ahora nos parezca increíble, Madrid era un pueblo como otro cualquiera que poco a poco fue creciendo y creciendo hasta convertirse en la capital de España y una de las ciudades más productivas, industrializadas y operativas del país. Sin embargo, y como podemos apreciar en ambas fotos que se muestran en la entrada del blog, antes, Madrid estaba sin asfaltar, con amplios descampados y casas bajas, y sin agua. En la foto de la izquierda, vemos a dos niñas, entre ellas mi tía, en el barrio "Palomeras Bajas", al lado de las vías del tren que separaban este barrio de "Entrevías" y "El Pozo del tío Raimundo". Como apreciamos, el suelo está sin asfaltar, es de tierra. Por ello, en mi familia recuerdan cuando llovía, los barrizales que se formaban y lo mucho que se ensuciaban para ir a cualquier lado, al colegio o bien para coger agua con los cántaros, o para trabajar o para cualquier faena del día a día. Otra anécdota que recuerdan es las maniobras que tenían que hacer para sacar el coche a la carretera cuando había que ir a trabajar, ya que se quedaba atascado. Las casas eran bajas y según dice mi padre eran "chabolas" en mitad del campo, no había alcantarillado, y por ejemplo, no tenían baño. Al no haber agua no tenían propiamente un water, ni lavabo, ni agua caliente, ni ducha... Por ello, mi abuelo construyó una fosa aséptica para poder hacer sus necesidades sin tener que irse al campo. 
 En esta segunda foto, observamos un Madrid nevado en el año 1969. Es un descampado completamente que estaba detrás de la casa de mi familia. Allí los niños solían jugar al fútbol. Si observamos con atención hay un montículo detrás de los niños por donde pasaba las vías del tren separando los dos barrios madrileños. El edificio que vemos detrás ya pertenecía al barrio de "Entrevías" y eran pisos de protección oficial, los cuales se construían a costa de tirar las chabolas de las familias para darles una casa mejor.
  En la foto se ve a unos niños (mi padre, mi tía y su primo) jugando y tirándose bolas de nieve.

Un nuevo mundo por conocer, el mar y unas vacaciones.




   ¿Qué son las vacaciones? Todos los años en los meses que hay entre junio y septiembre, la mayoría de la gente coge unos días libres en su trabajo para conocer sitios nuevos, viajar a otros lugares, relajarse y disfrutar con su familia. A este tiempo le llamamos vacaciones. Nuestros padres, desde que apenas contamos con escasos meses de vida, ya nos dan el lujo de poder conocer el mar o la montaña, o cualquier lugar nuevo que desconocemos. 


  Sin embargo, antes no se contaba con los medios necesarios para hacerlos, por lo que la gente tardaba mucho en irse de vacaciones. Un claro ejemplo es mi abuelo, que fue con 47 años la primera vez que conoció el mar, y todo gracias a un viaje de visita a unos familiares. En esa época, no se tenía dinero para alquilar un apartamento ni ir a un hotel, sino que se iba a casas de familiares, o como mucho se alquilaban habitaciones de particulares. La playa era una gran novedad para muchos que solo conocían el mar de oídas. 




  Estas dos fotos que vemos en diagonal arriba corresponden a las primeras vacaciones que tuvieron mis abuelos, que fueron a Barcelona a casa de unos familiares que vivían allí. Fueron ellos y sus dos hijos menores. A parte de visitar a la familia pudieron disfrutar de unos días de descanso tras mucho trabajo en la capital. Fueron en coche ya que mi abuelo se sacó el carnet con 46 años ya que le necesitaba para su trabajo. 

  Estas últimas fotos muestran las segundas y terceras vacaciones de la familia, que alquilaron una o dos habitaciones en casa de particulares. La primera corresponde a la unas vacaciones en Huelva, donde pasaron la frontera con Portugal y conocieron un poco el país vecino. Atravesaron la desembocadura del río Guadiana, dónde ahora hay un puente que en unos pocos minutos lo atraviesa, pero que antes se debía atravesar en un barco, dónde guardaban los coches y hacían el trayecto. La segunda de las fotos corresponde a la Alhambra de Granada. En esta ocasión recorrieron Granada, llegando hasta Motril donde descansaron unos días.
  En la foto de la izquierda, se observa a mi tía disfrutando del mar, el sol y la arena.

domingo, 13 de mayo de 2012


 Nos encontramos ante un documentos de la época franquista, exactamente del año 1957. Es un documento de identidad (DNI) de la época, de Pascuala Moreno Moreno, mi bisabuela. De él podemos destacar varios aspectos. Entre ellos el símbolo de águila, arriba a la derecha, en el que se incluía el lema de "Una, Grande y Libre". Se impuso al término de la Guerra Civil como escudo nacional de España, sufriendo ligeros retoques aprobados en 1945 e incluso también durante el periodo de la Transición democrática hasta 1981. El escudo era popularizado como "el escudo del águila" y el águila presente no era un símbolo original  del régimensino que ya era utilizado en las armas de los Reyes Católicos. Este era el águila de San Juan que Isabel la Católica incorporó como soporte al escudo por la devoción al evangelista. Se incluye el símbolo de la Falange (el yugo y el haz de flechas). La persona que diseñó el símbolo de la JONS fue el burgalés Escribano Ortega en el que convergían su cualidad de dibujante con su personalidad tradicionalista. En una cuartilla rayó la verticalidad oblicua de las flechas y la horizontalidad maciza del yugo y se dispuso a unirlos por su convergencia y así fue como renació el emblema al que Ramiro Ledesma adoptó como representativo de las nuevas JONS y que más tarde perduraría y sería adoptado por Falange. En el año 1940 se creó el estandarte y guión que fueron empleados hasta su defunción por el dictador. La propia banda y los dos dragantes contenían las columnas de Hércules.
 Otro aspecto que podemos destacar son las dos huellas dactilares propiamente en el documento, en la parte delantera. En la parte trasera podemos ver la información personal de la persona en cuestíón, dónde nació, la fecha, nombre de los padres... Entre ellos cabe mencionar la profesión, en la que pone "su sexo". Con esto, podemos imaginar el machismo que sufrían las mujeres durante la época de Franco. Ser una mujer suponía que se estaba predestinada a casarse, tener hijos, cuidar de ambos, del hogar y de sus tareas.
 En la parte inferior, se puede ver la firma de Pascuala, que aunque no era muy normal, sabía escribir y podía garabatear su nombre en forma de una firma. Como podemos comprobar, es una letra como "de niño pequeño", de alguien que no está muy curtido en este campo, el de la escritura. La caducidad del documento es corta ya que se trata de una persona de 60 años, mayor para la época y que en cualquier momento podría fallecer.

¿Qué ha sido de las cartas?

(Resumen de una noticia ocurrida en 1950)


Las cartas eran el medio de comunicación preferente de la España de Franco. Todo se hacía saber a través de ellas, desde una simple noticia entre familiares o amigos, hasta cartas importantes venidas desde las autoridades del régimen. Era un arte para muchos, ya que a través de ellas conseguían desarrollar una afición que les hacía olvidar un poco la cruda realidad, o bien solo recordarla y lamentarse por ella. Hacían sentir a quién les llegaba y daban satisfacción a quién las escribía. En ellas se contaba de todo, desde alegrías a penas. Para muchos eran la única vía de saber si sus allegados estaban bien o si quizás hubiesen tenido algún percance o suceso trágico. 
Sin embargo, hoy en día se ha perdido esa costumbre por completo. Con el avance a pasos agigantados de la tecnología  y, por consiguiente, la aparición de internet, poco a poco la gente se ha ido adaptando a ello, a los sms, al messenger, al tuenti, al facebook, al tweeter, a los chats... y ya nada queda plasmado en un papel, ni los sentimientos y ni pensamientos de uno. 
Una carta es un bonito recuerdo, que si se conserva bien (ambas fotos) puede acompañarnos toda una vida, sin embargo, todo lo que se escribe vía redes sociales o móvil, a parte de que no se escribe de la misma manera, ni con tanto sentimiento, ni de manera tan sincera, en cualquier momento puede borrarse y escaparse para siempre con un simple "click" del ratón, e incluso perderse de manera desafortunada por un fallo en el aparato en cuestión. Es una pena que hayamos perdido esas ganas de escribir, de aprender a través de las cartas, de expresarnos, de sentir, de hacernos sentir, de guardarlas y un buen día recordar esos viejos tiempos que un día vivimos... 

(Carta a Félix Jiménez, Casas de Miravete, octubre de 1949)